GOMINOLAS

Se entre abre la boca para dejar escapar un hilo de aire desde lo más profundo, se acercan los labios en un contacto casi húmedo y aterciopelado y las manos comienzan a recorrer la piel que ya se conoce de tantas veces acariciada. Notas el frio del roce en los brazos que, ahora, intentas aliviar, y recorres la espalda buscando algún surco en el que descansar los dedos. Se va tensando el deseo bajo la escasa ropa que cubre el cuerpo, se inunda el momento de pequeños instantes que buscan, hasta encontrar, las gominolas del deseo. Aprietas con los dedos como intentando sintonizar la emisora y se tensa la piel en un dolor placentero que invade el momento. Sientes los tibios labios sobre la prolongación de la locura, el calor aumenta bajo la carne que alivia espasmos. Una ligera danza busca la manera de infiltrar los dedos en la lava del volcán que a punto esta de estallar. Piel que roza gominolas, liquido deseo que ocupa una boca. Después el ardor que produce el roce y mas roce hasta caer rendido el cuerpo con el deseo de que el deseo estalle de nuevo. 

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