FUEGO
Fuego son los ojos de mi niña cuando me mira de mañana. Fuego es su sonrisa cuando llego a casa. También es fuego lo que me une a ella, lo que me ata a su carita asiática. Fuego es lo que siento en el pecho por las personas a las que quiero, lo que me enlaza como un hilo invisible a los seres que amo y me aman. Fuego es un ardor continuo que me conduce a una locura dulce sobre la que me vierto; el fragor del empeño que pongo porque nunca se apague el fuego. Fuego es lo que cada día me despierta, lo que me impulsa a seguir en esta batalla estúpida que cada momento esgrimo. Fuego son mis venas empuñando una espada ante quien quiera probar el fuego de mi hierro. Pero sobre todo, el fuego siguen siendo los ojos de mi hija cuando me miran fijamente por la mañana.